En esta salida, y a pesar de las malas condiciones climatológicas que se esperaban, hemos sido cuarenta y dos.
A las 10 de la mañana una larga fila de coloridos chubasqueros se adentraba en el bosque del Barranco de Río Chico para recorrer kilómetro y medio de sendero con un desnivel positivo de 250 metros. Durante la ascensión, el enramado de encinas y pinos se abría cada poco y nos dejaba ver el otro lado del barranco (Vivero de Fuente Fría) bajo un magnífico arcoíris.
Una vez arriba, bordeamos la Acequia del Almiar durante 3 kilómetros: estamos pateando parte de un tramo del Sulayr (el que desde Puente Palo llega a Capileira). A pesar de que el cauce va muy menguado, hay que reconocer a sus orillas hermosos robles centenarios y curiosas obras hidraúlicas de compuertas y aliviaderos.
Los prados que rodean el humedal de la Balsa del Almiar, también muy mermada por la sequía, son un buen lugar para detenernos y contemplar los caballos en los pastos y los cortijos que perviven en lugares agrestes como el que nos encontramos, a 1.800 m. de altura.
Pero el momentazo llega cuando el paisaje se abre al llegar a La Atalaya y vemos, al otro lado del Barranco Poqueira, los pueblos blancos de Capileira, Bubión y Pampaneira. Hacía aire en esas alturas y si no que se lo digan al sombrero de Paloma :-)
Ya de bajada, se cruzan en nuestro camino las enigmáticas estatuas del Centro Budista: la diosa Tara Verde –en medio de una fuente donde nos hacemos la foto de grupo– el Buda de la Medicina, las Estupas y las Ruedas de las Oraciones en las que disfrutamos como chiquillos.
Ya solo queda la vuelta a los vehículos e intentar encontrar un lugar donde nos den una birra... tarea casi imposible en este puente de finales de Octubre: Halloween liberado en el paraíso alpujarreño.
A las 10 de la mañana una larga fila de coloridos chubasqueros se adentraba en el bosque del Barranco de Río Chico para recorrer kilómetro y medio de sendero con un desnivel positivo de 250 metros. Durante la ascensión, el enramado de encinas y pinos se abría cada poco y nos dejaba ver el otro lado del barranco (Vivero de Fuente Fría) bajo un magnífico arcoíris.
Una vez arriba, bordeamos la Acequia del Almiar durante 3 kilómetros: estamos pateando parte de un tramo del Sulayr (el que desde Puente Palo llega a Capileira). A pesar de que el cauce va muy menguado, hay que reconocer a sus orillas hermosos robles centenarios y curiosas obras hidraúlicas de compuertas y aliviaderos.
Los prados que rodean el humedal de la Balsa del Almiar, también muy mermada por la sequía, son un buen lugar para detenernos y contemplar los caballos en los pastos y los cortijos que perviven en lugares agrestes como el que nos encontramos, a 1.800 m. de altura.
Pero el momentazo llega cuando el paisaje se abre al llegar a La Atalaya y vemos, al otro lado del Barranco Poqueira, los pueblos blancos de Capileira, Bubión y Pampaneira. Hacía aire en esas alturas y si no que se lo digan al sombrero de Paloma :-)
Ya de bajada, se cruzan en nuestro camino las enigmáticas estatuas del Centro Budista: la diosa Tara Verde –en medio de una fuente donde nos hacemos la foto de grupo– el Buda de la Medicina, las Estupas y las Ruedas de las Oraciones en las que disfrutamos como chiquillos.
Ya solo queda la vuelta a los vehículos e intentar encontrar un lugar donde nos den una birra... tarea casi imposible en este puente de finales de Octubre: Halloween liberado en el paraíso alpujarreño.
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